Un comando antiERE aterroriza empresarios.

Un día te llega un correo y tu nombre está en una lista. La

empresa para la que trabajabas últimamente ya no tiene tantos beneficios y quieren ahorrarse tu sueldo. Alguien ha

enumerado una serie de personas que deben abandonar la empresa junto a ti. Algunos se dejan orientar por los sindicatos,

otros patalean como pueden y los más sorprendidos sólo son capaces de mirarse al espejo y preguntarse: ¿Esto es en serio?

Hemos de asumirlo: todos somos prescindibles. Desde el Papa hasta el bedel de la facultad, nuestro futuro depende de

balances de cuentas y datos económicos. Puedes llorar y arrodillarte pero siempre habrá alguien que te recuerde que las

empresas no son ONG’s. Estamos hartos de oírselo a los de la patronal y a los que se hacen ricos a cambio de escoger

quienes se han de marchar: como en Canal9, Telefónica y tantos otros sitios. Ni siquiera tienen la decencia de decírtelo a

la cara: Una lista, un correo, tus nombres y apellidos. Así actúan hoy los sicarios de los ERES.
Somos las víctimas,

sí, pero no podemos caer en el victimismo ¿y si por una vez no nos quedáramos con los brazos cruzados? Los Planetas

cantaban a una hipotética revuelta en su tema Ciencia Ficción. Los de Granada advertían: “cuidad vuestros negocios y

vuestras familias porque vamos a mostrar vuestra misma piedad. Porque seremos cientos por cada uno de los vuestros”. La

venganza es uno de los sueños húmedos de la clase trabajadora. Quién no ha deseado alguna vez ver a su jefe sufriendo un

buen escarnio. Eso debió pensar también el cineasta Joan Álvarez antes de atreverse a cumplir las fantasías del empleado. El

arte toma partido en Prescindibles, un

corto del festival Notodofilmfest donde un comando antiERE asalta a punta de pistola la casa del hombre que se encargó de

elaborar la lista negra de empleados que abandonaron la empresa.
No es la primera vez que el director catalán hunde el

objetivo en la llaga del conflicto laboral. En Recursos Humanos, un

corto con casi un cuarto de millón de visitas en Youtube, se diseccionaba el machismo empresarial, el mobbing o el acoso

laboral. Eso era antes, cuando todavía teníamos trabajo. Esta vez el cine revolución debe hablar de despidos, de EREs y de

paro. Mal asunto. Puede que este cine no salga en los Goyas, pero a veces, más que reivindicar en una entrega de premios,

lo necesario es hacerlo tras la pantalla. Quizá sólo es ficción, pero si mañana os quieren mandar un mail con vuestro nombre

donde os digan que los números no cuadran, tal vez algunos se lo piensen dos veces cuando sepan que nosotros también

sabemos ajustar cuentas.
25. febrero 2013 by Carlos Torres