Un modismo en inglés aconseja al usuario
“Pick your battles”. Para ganar una guerra, hay que escoger las batallas y procurar no pelear las que son inoportunas,
inutiles, o simple y llanamente, idiotas; porque en lugar de contribuir a ganar la causa, la pierden, haciendo retroceder al
batallón.
mujeres con poca ambición. A pesar de que navegan con la bandera de promover la igualdad de la mujer, las soluciones que
proponen buscan proteger a la mujer como si fuera una criatura indefensa e incapaz de pensar por si misma y decidir lo que
es mejor para sí, subsumiendola en más desigualdad. Hay poca ambición en la búsqueda de potenciar a la mujer, porque las
políticas de “acción afirmativa” propuestas, no mejoran en nada la calidad de vida de nadie que integre el sexo
femenino.
Para muestra, el bochornoso botón de la prohibición de las cachiporristas, que aparentemente son tan
desiguales e indefensas, que el Estado debe intervenir y prohibirlas, “por su propio bien”. La política bien intencionada,
no reducirá la discriminación salarial, ni desarticulará las estructuras de crimen de trata de blancas.
Lo mismo
puede decirse de los esfuerzos librados en fútiles discusiones semánticas de “ellos y ellas”, que no hacen más que
entorpecer la comunicación e impulsar la redundancia en un idioma tan previsor como el español, cuyos pronombres ya son
inclusivos. Más feminista es quien al oir “nosotros” se siente incluida, que la que aboga por alargar discursos
gubernamentales incluyendo el “nosotros y nosotras”, batalla que aunque se gane, nunca traducirá sus intangibles beneficios
más allá del campo de la semántica.
También existen las que se dan por ofendidas por ser llamadas con el “de”,
manera de hablar derivada de la costumbre, y por lo tanto, dificilmente encaminada a atribuir al marido, propiedad y
potestad de la mujer en cuestión. De hecho, la mejor dignificación que puede darse a la mujer en el tema de su nombre de
casada, es la libre elección del mismo, tal y como ya lo hace la Ley del Nombre salvadoreña, específicamente en sus
artículos tercero y vigesimo primero. Por suerte, ninguna política pública ha sido implementada para prohibir esa peligrosa
sílaba “de”. De lo contrario nos veríamos perdiendo valioso tiempo en discusiones semánticas que en nada avanzan y mejoran
los derechos de la mujer. Se pierden quienes abogan por la abolición de sílabas y otros modismos, en que la mayor
dignificación que pueden dar a la mujer es la libre elección de hablar como prefiera, y llamarse como más le guste.
La mejor agenda feminista es la que busca potenciar y hacer respetar, no los “derechos de la mujer” sólo porque es
mujer, sino los derechos que tiene la mujer por el hecho de ser un ser humano en igualdad de condiciones que los ciudadanos
del género masculino, y que ya le da la Constitución en sus primeros artículos. Cualquier otro tipo de intervenciones, que
a través de prohibiciones o entrampamientos legales y semánticos, no logran esta meta tan simple de considerar a la mujer
como sujeto de los derechos ciudadanos que le otorga ya la Constitución y hacer estos ejecutables y operativos, no es más
que una pérdida de tiempo (y… tiempa?).
Cristina López. G
Extraído de: http://theimprenta.net/2010/08/24/feminis
tas-radicales-escojan-sus-batallas/