2-D: Presentación del libro «Eduardo Barriobero: Las Luchas de un Jabalí»

Este sábado en El Punt, de Valencia, hablaremos de federalismo, anarquismo, movimiento obrero, municipalismo y República, al hilo de la biografía de un personaje maldito, pero increíblemente interesante: Eduardo Barriobero.

Imagen de cubierta: EDUARDO BARRIOBEROEDUARDO BARRIOBERO
LAS LUCHAS DE UN JABALÍ

CARRETERO MIRAMAR, JOSÉ LUIS

Libro de la Distribuidora:

Sí en Distribuidora TdS

Licencia: CC BY-SA
ISBN:

978-84-85735-92-1

Editorial:

QUEIMADA

Eduardo Barriobero y Herrán abogado penalista, masón, novelista, republicano federal, presidente de un Tribunal Revolucionario a propuesta de los anarquistas en plena revolución colectivista, ensayista, diputado constituyente, orador, editor, preso, publicista, traductor, cenetista… Una vida apasionada y polifacética, un personaje transgresor, rupturista, creativo.
Este libro narra las aventuras y luchas de un jabalí, como denominó Ortega y Gassett a los diputados de la República, que, cercanos al anarcosindicalismo, trataron de evitar el choque de trenes entre el sindicalismo revolucionario y el republicanismo burgués. Furibundamente anticlericales, obreristas, federalistas y partidarios de las más amplias libertades civiles, los jabalís, entre los que se contaban también gentes como Ángel Samblancat (el mejor discípulo de Joaquín Costa y un publicista íntimamente relacionado con la CNT) o José Antonio Balbontín (abogado de anarcosindicalistas, poeta, y primer diputado del PCE) representaron un mundo que basculaba entre el republicanismo federal y el anarquismo, y destacaron por su inconformismo frente al intento de ‘normalizar’ al republicanismo.
Eduardo Barriobero (1875, Torrecilla en Cameros, La Rioja) que abandonó su plácido puesto de Registrador de la Propiedad para comenzar una vida bohemia de escritor en el Madrid del modernismo y que decía cosas tan actuales como: «Queremos que al cabo de la Revolución presente, la política no sea ya en España la profesión de quienes no tienen profesión.
Que los tribunales no vuelvan a ser como los perros de cortijo, que sólo ladran a quien va mal vestido.
Que la plutocracia y la burocracia no sean barreras contra el Derecho y baluarte defensivo contra el propio deber.
Que el pan se reparta como el sol y el aire, que el hombre, en una palabra, no sea ya el lobo del hombre, sino el hermano del hombre.»