In memóriam de un compañero de la FIJL

Me acaban de informar que el compañero Floreal Ocaña Sánchez, «Florico», ha fallecido el pasado mes de agosto en México. Florico era el menor de los hermanos Ocaña que antes del 36 y durante la guerra habían participado activamente en las escuelas racionalistas de Barcelona. El más conocido de ellos era entonces el hermano mayor, Francisco Ocaña, que firmaba sus artículos en la prensa libertaria con el seudónimo de «Floreal Ocaña».

Más tarde, en México, Florico comenzó a escribir y a firmar los suyos con su nombre propio: Floreal Ocaña Sánchez. Florico fue un miembro activo de las Juventudes Libertarias Mexicanas que fundamos en 1948 en la ciudad de México un grupo de jóvenes libertarios españoles refugiados y un grupo de jóvenes mexicanos, y también fue uno de los cuatro jóvenes libertarios (tres españoles y un mexicano) que estuvimos presos en una cárcel clandestina por estar pegando, por las calles de la ciudad de México, un manifiesto en el que denunciábamos la traición de los postulados emancipadores de la «Revolución mexicana» por  los dirigentes del Partido revolucionario Institucional (PRI). Además de denunciar la miseria y la corrupción que ese partido había generalizado en el país desde las instancias del gobierno.
Cuando se reunificó la CNT y se constituyó el DI en Francia, Flórico se integró también a este organismo clandestino poco después de haberlo hecho Juan García Oliver y yo. Florico participó en varias de las acciones del DI y estuvo casi un mes en Madrid en los preparativos del atentado contra Franco que el DI tenía la intención de realizar en 1963. Florico formaba parte del grupo encargado de realizar la fase final de esta acción.
Tras las detenciones y ejecución de Francisco Granado y de Joaquín Delgado, y después de que el DI quedara paralizado tras las detenciones en Francia de varias decenas de jóvenes libertarios y de Cipriano Mera y José Pascual, Florico tuvo que volver a México, en donde siguió apoyando la lucha de la FIJL contra el franquismo hasta  que ésta se disolvió en 1968.
Nos volvimos a ver muchos años después en Barcelona. Fue al final de la primera década del dos mil. Salvador Gurrucharri, “Salva”, nos había preparado la sorpresa de ese encuentro… Habían pasado más de cuarenta años y  en España, pese a la “transición”, las víctimas de la represión franquista seguían esperando justicia… y todavía la siguen esperando.
Vuelto a México me envió un texto, dirigido a sus hijos, en el que explica por qué era anarquista y por qué había venido de México a luchar contra el franquismo.
Salva nos ha dejado un poco antes que él. Además de compañeros eran amigos. Nos queda el recuerdo de aquellos años de lucha que compartimos con otros más que también ya se han ido y con los pocos que aún quedamos de aquella generación de militantes libertarios que consideró un deber participar en la lucha contra el franquismo.
Octavio Alberola