Explotación, siniestralidad, muerte y… trabajo

Recientemente se han publicado estudios científicos tras analizar los restos mortales de niños de la época de la revolución industrial en Inglaterra. Los informes han señalado que los niños murieron tempranamente y desarrollaron todo tipo de enfermedades a causa de las penosas condiciones laborales. Los datos y resultados publicados en la revista científica PLOS ONE son espeluznantes y revelan que la sobreexplotación laboral en el siglo XIX fue más dura, intensa y mortífera de lo que se pensaba. Hoy en día el problema también es más grave de lo que aparente. Un informe realizado por la OIT y la Unicef revela que actualmente trabajan 160 millones de niños en el mundo, lo que supone un aumento del trabajo infantil en los últimos años. La OIT también indica que hay 50 millones de personas en todo el mundo víctimas de la llamada “esclavitud moderna”, y que el 12% del total son niños. Más de 12,5 niños trabajan en la industria cafetera. En un reciente artículo de El País una víctima de la explotación laboral infantil relataba que trabajaba con nueve años en la industria textil en Nepal jornadas de 12 a 15 horas, y que la “sangraban los dedos”, pero la obligaban a “seguir trabajando por menos de dos dólares y un turno agotador”. La explotación laboral infantil no un problema exclusivo del llamado Tercer Mundo. Este año, EE UU ha multado a McDonald`s por tener trabajando a más de 300 menores, entre ellos a dos niños menores de 10 años. Hablamos de empleos con intensos ritmos de trabajo en cocinas que se alargan por la noche. Hay informes que detallan más casos de menores trabajando en EE UU en diversas ocupaciones peligrosas y casos de accidentes laborales sufridos por menores.

En el Estado español continua el goteo incesante de casos de redes empresariales de explotación laboral. El año pasado el Defensor del Pueblo abrió una investigación por una red de explotación de menores en Madrid. El pasado mes de abril fueron detenidos varios empresarios que tenían trabajando en situación irregular a varias trabajadoras, incluida una menor, en cocinas y cuadras de la Comunidad de Madrid en condiciones insalubres. Dos meses antes, también en Madrid se conoció otra red de este tipo que sobrexplotaba a trabajadores en fruterías y restaurantes sin contrato, sufriendo abusos empresariales de todo tipo, con casos en los que un trabajador continuaba trabajando herido tras sufrir un accidente laboral. En mayo se conoció otro caso de un empresario que tenía a trabajadores en una finca de Ávila sin contrato y en condiciones deplorables. Poco antes se conoció otro caso similar en una finca de Valladolid. Luego también existe la explotación legal, o la que combina situaciones legales e ilegales. Un informe reciente de 97 páginas de la ONG Ethical Consumer revela las penosas condiciones laborales generalizadas que sufren los trabajadores de invernaderos de Huelva y Almería. El estudio es demoledor y pone de manifiesto que de una forma generalizada y constante los trabajadores sufren todo tipo de abusos empresariales y unas jornadas de trabajo infernales por bajos salarios.

La seguridad y salud en el trabajo continúa siendo un problema extremadamente grave e invisible a la vez. Nunca es un tema que ocupe la centralidad del debate público y político. Rara vez se trata en los medios de comunicación. Aunque, la situación es alarmante y los datos totalmente preocupantes. Diversos estudios indican que la siniestralidad laboral en España está por encima de la media de la UE. En el año 2021 murieron 742 personas trabajadoras a causa de accidentes de trabajo. En 2022 los muertos aumentaron, alcanzando la escandalosa y alarmante cifra de 826 personas fallecidas a causa de la siniestralidad laboral. No se conocían unos índices tan elevados desde el año 2009. No es un problema nuevo, ya que sumando los datos oficiales registrados cada año, entre 1988 y 2022 han muerto 41.437 personas a causa de accidentes laborales. Es difícil encontrar unos indicadores tan dramáticos y preocupantes que, además, generalmente pasan desapercibidos. Los accidentes con baja en el año 2022 aumentaron un 10,4%. Los datos que se van conociendo este año tampoco son buenos. En el primer cuatrimestre de 2023 ya han muerto 230 personas en accidentes de trabajo. El 9 de marzo murieron tres trabajadores en la mina de Suria (Barcelona). En lo que va de año, se han producido nuevamente sucesos escandalosos. El pasado 1 de mayo en Huelva se produjo un accidente de autobús en el que viajaban numerosas inmigrantes temporeras. Una trabajadora marroquí murió y algunas de sus compañeras resultados heridas graves y acabaron en el hospital. Las noticias publicadas posteriormente indicaban que las trabajadoras se encontraban completamente desamparadas, con secuelas que las impedían continuar trabajando, mientras que la mutua había procedido a dictaminar el alta.

En junio, un trabajador de la factoría de Amazon en Corvera (Murcia) sufrió un accidente, y pese a la gravedad de sus síntomas teniendo medio cuerpo paralizado, fue trasladado en taxi a un hospital, donde fue operado de urgencia e ingresado en la UCI. Es un hecho demasiado habitual que cuando se producen accidentes los jefes y responsables unas veces actúan con negligencia y otras con una manifiesta ignorancia, desconocimiento y/o desinterés de cómo se debe actuar para proteger la seguridad de las y los trabajadores ante un accidente. Además, en demasiados casos, sencillamente, no hay protocolos de actuación al respecto, pero también hay casos en los que sí hay protocolos pero no se cumplen. También en este mes de junio se produjo otro suceso escandaloso. Una teleoperadora de un call center murió de un infarto cuando estaba trabajando. Aun así, la empresa ordenó que continuara el trabajo y el resto de teleoperadoras continuaron trabajando en una sala donde se encontraba su compañera fallecida. Un artículo de El País que se hizo eco de este bochornoso suceso exponía que “las pausas de los empleados están medidas al minuto y, según varios, los supervisores están encima de los teleoperadores para que no aligeren el ritmo de trabajo”. Por otro lado, y como en veranos anteriores, continua el goteo de trabajadores que mueren trabajando a causa de golpes de calor. El 25 de junio falleció un agricultor en Aznalcollar (Sevilla) y dos días después murió otro trabajador del sector en Cinco Casas (Ciudad Real).

El pasado 26 de junio una trabajadora del sector de limpieza murió en un colegio en el que estaba trabajando sola en el edificio. Cuando llegaron los sanitarios ya era demasiado tarde. Este terrible y triste accidente pone de manifestó una vez más las graves situaciones de riesgo en el que se encuentran las personas que trabajan aisladas, sin contacto visual con otras personas y sin poder pedir ayuda a nadie en numerosas situaciones en las que se necesitan primeros auxilios, reanimación y/o asistencia médica urgente. No tener en cuenta estos riesgos específicos puede significar la muerte.

Los problemas continúan. Se siguen produciendo accidentes laborales que son evitables. Las mutuas continúan cometiendo todo tipo de abusos e irregularidades, denegando bajas laborales y no reconociendo accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. Numerosos trabajadores y trabajadoras sufren lesiones y secuelas a causa del trabajo, que no son reconocidas como tal. Hoy se habla del creciente y grave problema de la salud mental, aunque por el contrario no se suele hablar de sus causas. En este sentido, un informe reciente, encargado por el Ministerio de Trabajo y titulado Precariedad laboral y salud mental. Conocimiento y políticas, revela que un tercio de los problemas de salud mental entre la población activa es a causa de problemas laborales y malas condiciones de trabajo. El informe revela cómo las condiciones laborales tóxicas generan sufrimiento y daños en la salud. Joan Benach, coordinador de este informe ha señalado que;

El conocimiento científico muestra con claridad cómo la precariedad laboral es un determinante social tóxico de la salud. El mal empleo penetra en los cuerpos y mentes de las personas precarizadas y genera ansiedad, depresión, abuso de drogas y alcohol, y un mayor riesgo de suicidio.

El mundo del trabajo y el sindicalismo se enfrenta a numerosas dificultades y adversidades. Los problemas laborales son crecientes e interminables, pero esto no significa que no haya nada que hacer. Todo lo contrario, hay muchas tareas que hacer en esta necesaria lucha colectiva para, entre otras, cuestiones reclamar una legislación laboral radicalmente distinta, combatir los abusos empresariales y conseguir empleos de calidad, dignos, estables y socialmente útiles, libres de explotación y de siniestralidad.

Raúl Navas, delegado de la CGT en Correos

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