Por la organización sindical de las trabajadoras autónomas

¿Necesitamos un sindicato las trabajadoras autónomas?

A las trabajadoras autónomas se nos ha intentado vender la idea de que somos una especie de «privilegiadas», que tenemos mejores condiciones que las trabajadoras asalariadas. De hecho, se nos intenta convencer de que no somos trabajadoras sino empresarias. El relato de la persona emprendedora.

La realidad es que más del 80% de las trabajadoras autónomas no llegamos a cobrar el salario mínimo interprofesional, no tenemos vacaciones, no tenemos bajas y nuestra jubilación es un chiste.

Somos gran masa de trabajadoras precarias sin derechos laborales y con pocos recursos para defendernos de la explotación.

Por eso, somos de las trabajadoras que más necesitamos un sindicato, porque ninguna ley laboral nos protegerá.

¿Qué podemos hacer las trabajadoras autónomas en un sindicato como CGT?

Nuestros principios de actuación son el soporte mutuo y la acción directa. Esto significa que nos ayudamos entre todas cuando alguna tiene un problema y que actuamos directamente para solucionarlo, sin intermediarios.

Contamos con asesoría legal en materia laboral pero también del RETA y de Propiedad Intelectual.

Compartimos conocimientos entre nosotros y estrategias para defendernos. Y cuando las cosas van mal dadas, respondemos todas juntas. Si una empresa no nos paga, hacemos piquetes en la puerta. Si nos han hecho firmar un contrato abusivo, lo denunciamos.

Sea cual sea el caso, no dejamos a nadie en la estacada.

Las personas que trabajamos en este régimen laboral sabemos de primera mano el nivel de precariedad al que estamos expuestas y la dificultad de vivir de nuestro trabajo. Pero a veces, trabajar aisladas hace que pensemos que somos casos concretos y no una dinámica generalizada. Por eso es importante poner números:

Según datos de finales de 2021 en España había 3.338.142 personas dadas de alta de este régimen, de las cuales 2.032.979 (un 61%) eran personas físicas (no son socias de ninguna empresa, religiosas, etc…). De estos 2 millones de personas el 79% no tenía ninguna persona asalariada, y un 11% sólo tenía 1 persona asalariada. Y lo más importante: la renta media declarada en el 2019 fue de 11.869 euros. Es decir, la mayoría de personas que trabajamos en este régimen tenemos unos ingresos inferiores al Salario Mínimo Interprofesional.

Lejos del discurso propagandístico liberal de la llamada “emprendimiento” o de las empresarías “hechas a sí mismas”, la realidad es que la mayoría de personas que trabajamos de autónomas somos personas extremadamente precarias que no tenemos más autonomía que una persona asalariada. Nos contratan empresas que nos marcan el precio de nuestro trabajo, nos imponen condiciones abusivas contra las que no tenemos ni la escasa protección de la legislación laboral y vivimos día a día con la inseguridad de no saber hasta cuándo tenemos ingresos garantizados. Además, tampoco podemos acceder a la mayoría de derechos y prestaciones a las que tiene derecho una persona asalariada y cuando se dan ayudas públicas a nuestro sector casi siempre las acaparan las personas con mayores recursos.

Está claro que la existencia de esta masa de trabajadoras sin derechos resulta extremadamente beneficiosa para el Capital.

No hay que dejarse engañar por el discurso neoliberal de las Asociaciones de Autonomos, el problema de fondo no es la cantidad que aportamos a la seguridad social. La mayoría de trabajadoras autónomas somos clase trabajadora ya menudo somos mucho más precarias que las asalariadas. Nuestro problema real es que estamos en un mercado laboral salvaje en el que las empresas se aprovechan de nuestra vulnerabilidad para explotarnos.

¿Qué cambios deberían llevarse a cabo para dignificar la situación de las trabajadoras autónomas? A continuación nos aventuramos a lanzar 4 propuestas rápidas;

Reivindicaciones

  • Un sistema de franjas con cuotas establecidas a partir de porcentajes progresivos sobre rendimientos netos.
  • Que las franjas de rendimientos más bajos estén exentas de cuota para permitir (sobre)vivir. Que se considere todo el año cotizado a partir de cierto número de días cotizados.
  • El establecimiento de una Renta Básica Universal, que garantice unos ingresos mínimos para todas las personas y que nos permita un mayor poder de negociación sobre el precio de nuestro trabajo.
  • Que las cuotas que pagamos generen unos derechos asociados similares a los del régimen general
  • Que exista un trabajo activo e intensivo de inspección de trabajo para eliminar de raíz la gran masa de personas falsamente contratadas como autónomas
  • Simplificación de la burocracia asociada al régimen.
  • Más facilidades en cuanto a la situación de contrataciones mixtas entre RETA y Régimen General.