Natzaret reivindica: un barrio sacrificado por el puerto

Los más de 6.000 vecinos del barrio de Natzaret en Valencia han sido testigos directos del urbanismo agresivo que se ha llevado a cabo en esta ciudad desde hace décadas. Saben de primera mano qué es verse literalmente aislados a nivel urbanístico, pero también de la lucha por preservar la integridad y la dignidad de su barrio. Han sufrido las consecuencias que se derivan de una política urbana que gira alrededor a la especulación y las ganancias económicas (a veces de dudosa legalidad) pero que, sobre todo, ignora las necesidades reales de las personas y el entorno.

El arquitecto Carmel Gradolí explica que “Natzaret era un barrio privilegiado. Estaba la desembocadura del río, el frente marítimo, tenía su propia playa y la huerta. Era una situación magnífica”. Todas estas potencialidades han sido destruidas y desaprovechadas para acabar haciendo de este barrio una zona “aislada, infradotada y desconectada de su propio frente marítimo y la ciudad”. ¿Cómo ha sido este proceso que ha llevado a Nazaret tan lejos de lo que podría haber sido? Hay que centrarse especialmente en la interrelación de tres actores: la Autoridad Portuaria de Valencia (APV), las administraciones públicas (Generalitat Valenciana, pero sobre todo el Ayuntamiento de Valencia) y l’Associació de Veïns i Veïnes de Natzaret. Esta última entidad se crea en 1976 a causa de una circunstancia muy puntual: la muerte de una vecina del barrio por el aplastamiento del tronco de un árbol. Por esa época se hacían servir los aledaños de Natzaret como almacén de todo tipo de materiales relacionados con la industria de la madera y el mueble, y su transporte se realizaba a través de sus calles. Es un hecho que refleja cómo en este barrio se han antepuesto otras prioridades por encima de incluso la seguridad de los vecinos. A partir de este momento, las reivindicaciones se centran en la consecución tanto de infraestructuras básicas, como el alumbrado, el asfaltado o el alcantarillado del barrio, y de servicios también básicos relacionados con la educación, la sanidad y lo social.

Sin embargo, lo que realmente condicionó y, a día de hoy, sigue condicionando el desarrollo de Natzaret es la ampliación del puerto de Valencia de 1986. Se desestimó la opción de que se llevara a cabo en Sagunto. Ramón Arques, presidente de la asociación de vecinos del barrio expone al respecto que “el puerto, en connivencia con el Ayuntamiento y la Generalitat, deciden unilateralmente que se tiene que crecer por el sur, sacrificando esta parte del litoral para salvar la norte”. Julio Moltó, miembro también de dicha asociación, valora que “fue el gran desastre del barrio. Perdimos la oportunidad de aprovechar la playa, el río y la huerta para crecer de manera sostenible”. Arques añade: “Nadie nos apoyó, ni a nivel cívico ni a nivel de partidos. Los 200 vecinos que nos manifestábamos estábamos solos. La maquinaria política se lo comía todo”. Esto supuso la pérdida de la playa y el carácter marítimo de Natzaret. Aún así, en el convenio firmado se garantizaba, a grandes rasgos, la creación de una franja de separación con el puerto que constaría de zonas ajardinadas y equipamientos, además de una solución hidráulica para la desembocadura del río. Estas promesa “se ha traducido en prácticamente nada”, afirman desde la asociación. Aseguran también que se intentó ir más allá y que se les llegó a proponer que “como ya habíamos perdido la playa y demás, lo mejor era cambiar el barrio entero de ubicación y que todo pasara a formar parte del puerto”, indica Moltó. El traslado del barrio no prosperó a causa de la gran contundencia de la oposición.

La ZAL, en desuso

En 1999 se da lugar a uno de los puntos más conflictivos entre los ciudadanos y el puerto: la construcción de la Zona de Actividad Logística (ZAL) del puerto. La ZAL suponía la destrucción de 750.000 m2 de huerta y la expropiación forzosa de las viviendas de cerca de cien familias de La Punta. A día de hoy, la ZAL está prácticamente en desuso y el Tribunal Superior de Justicia de Valencia ha ratificado la nulidad de este proyecto.

La construcción del cicuito de Fórmula 1 transformó el barrio. / Mario Zamora
Una de las victorias en el barrio que destacan los vecinos es la referente a la fábrica de aceites Moyresa, dependiente del puerto también. “Al aceite le inyectaban hexano, que además de venenoso era altamente explosivo, y los depósitos estaban al lado del barrio. Había contaminación acústica, atmosférica y mucho peligro. Fue una larga lucha, pero también una gran victoria”, explica Moltó. La fábrica de Moyresa operaba desde 1965 y no fue hasta el año pasado cuando se finalizó su derribo.

Otros problemas del barrio, sin embargo, aún siguen sin solución. Uno de ellos es el riesgo de inundación provocado por el hecho de que la desembocadura del río Turia acabe en tres colectores que desagüan subterráneamente en el muelle. Ya en 2004, una inundación afectó a alrededor de 120 vecinos y generó 457.480 euros en desperfectos. La situación se agravó tras la construcción del circuito de Fórmula 1 en 2007, ya que algunos de sus tramos se ubicaban en el río, a una cota más alta que la de Natzaret.

Parecidos con Cabanyal

Visto el contexto, cabe preguntarse cómo ha sido y es la relación entre el puerto y los vecinos. Desde la asociación se la describe como difícil y muy complicada, aunque Arques matiza que “el puerto no es el enemigo de Natzaret ni de la ciudad, lo que lo es realmente es su crecimiento especulativo amparado por el Ayuntamiento”.

Moltó, por su parte, cuestiona “¿cómo una empresa de las más potentes de Valencia está al lado de un barrio tan empobrecido?”. La respuesta también la tiene clara: “Este motor de creación de riqueza es a cambio de que el barrio se empobrezca”. Por su parte, Carmel Gradolí apunta que “el puerto es consciente de que no puede crecer más y, frente a un futuro incierto, no quiere cerrarse puertas”. Gradolí pone como ejemplo la ya mencionada ZAL: “Dicen que es irrenunciable, pero es la única forma que tiene Natzaret de articularse y reconectarse por el sur, ya que la autovía hacia el Saler no deja otra posibilidad”. Ante esto, el concejal de Urbanismo, Vicent Sarrià, afirma: “Somos conscientes de la necesidad de reparar en Natzaret los problemas causados por las sucesivas ampliaciones del puerto. Éste debe ser consciente de que junto a sus instalaciones hay vecinos que tienen derecho a la tranquilidad”. Actualmente está en proceso la creación de una comisión entre la APV y el Ayuntamiento que dé forma a la Delimitación de Espacios y Usos Portuarios. Los vecinos esperan ser incluidos en la comisión y que ésta funcione de manera parecida a la puesta en marcha en el Cabanyal.


Precisamente, Natzaret y el Cabanyal son los dos barrios de Valencia cuyos problemas se han convertido en reivindicaciones históricas de la ciudad, aunque entre ambas zonas se observan diferencias tanto en gestión como en problemática. Gradolí, responsable de la estrategia que redefinirá el Cabanyal, plantea que, “aunque el origen [de los problemas que viven los dos barrios]pueda ser similar, la ampliación de la avenida Blasco Ibáñez era una agresión intensa, pero sobre todo más visible e identificable. Lo de Natzaret puede haber sido más fuerte en su conjunto, pero más prolongado en el tiempo”. En esta misma dirección, Moltó afirma que “no tiene el mismo impacto que te tiren de tu casa, que el hecho de perder la playa”. Arques añade que, además de que la gente del Cabanyal ha sabido moverse muy bien, “han tenido el apoyo del colectivo de los estudiantes y esa alianza es muy potente. También mucha implicación de la política. [Su reivindicación] se asumió por la oposición con mucha fuerza. Eso no se ha producido en Natzaret”.

Sin embargo, en el barrio de Nazaret, los problemas causados por el puerto y el urbanismo no han sido los únicos. Esta zona de Valencia también sufre problemas derivados de la situación de pobreza y la venta de drogas. Problemas ante los que, según denuncian desde la asociación de vecinos, el gobierno municipal ha dado la espalda sistemáticamente. Ha sido el propio barrio el que ha intentado poner solución creando numerosos proyectos, como l’Escola de Música o l’Escola de Formació Natzaret-La Punta, o desarrollando planes de actuación que abordaran estas problemáticas de una manera integral. Actualmente, también están inmersos en la lucha por conseguir mejoras en movilidad, exigiendo que circule de nuevo la línea circular L3 de la EMT –que lo unía con la parte oeste de la ciudad– y de que la T2 –línea de metro cuya construcción lleva años paralizada– llegue algún día. A pesar de todo, Julio Moltó tiene claro cuál es la gran demanda y propuesta a nivel urbanístico: “Natzaret tiene que ser un enlace entre el norte y el sur del litoral y entre el centro de la ciudad y el mar. Que el Jardín del Turia llegue a Nazaret y sea la salida natural al mar y el nexo de unión”. Por lo que respecta al futuro del barrio, Ramón Arques explica que “será lo que seamos capaces de construir. El barrio no será simplemente aquello que el puerto quiera. Siempre habrá gente dispuesta a defender la calidad de vida por encima de los intereses de unos cuantos”.

, Diagonal València