La pandemia agudiza la precariedad y uno de cada cuatro trabajadores cobra en «B»

230.000 personas cobran en negro tras un aumento de hasta el 10%, mientras se contabilizan 32.000 parados más que antes de la crisis y 11.000 empleados siguen en ERTE

La pandemia de coronavirus ha tenido un fuerte impacto sobre el mercado de trabajo en la provincia de Alicante, más importante que en otros territorios nacionales debido a la fuerte dependencia del turismo, la hostelería o el comercio, precisamente los más afectados por las restricciones. Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) han amortiguado los efectos de la crisis, pese a lo cual continúa habiendo en estos momentos 11.000 personas en esta situación, así como 32.000 parados más que antes de la irrupción del covid. El sector sanitario es el único que ha crecido, precisamente por las exigencias de la pandemia, con 7.000 nuevos empleados.

Con todo ello, lo que más preocupa a los sindicatos es el incremento de la precariedad laboral, lo que se pone de manifiesto en los más de 230.000 trabajadores que se encontrarían en la economía sumergida, de forma total o parcial, tras un aumento de entre un 5% y un 10%. Es decir, uno de cada cuatro trabajadores.

Las cifras del desempleo son las que mejor ilustran el impacto que la crisis sanitaria ha tenido y sigue teniendo entre los trabajadores de la provincia. En marzo de 2020, cuando irrumpió el virus, la lista de parados se situaba en 164.000 personas. Pues bien, las restricciones impuestas a partir de aquel momento, incluidos los confinamientos, el cierre de comercios y la hostelería y la inevitable recesión económica, provocaron una paulatina escalada del número de desocupados que alcanzó su punto máximo justo un año después, en plena tercera ola, con 191.000 personas inscritas en las oficinas de Labora.

La situación fue mejorando a partir de ese momento, fruto de la suavización de las restricciones y la progresiva recuperación del turismo, hasta llegar al momento actual, en que pese a que se han alcanzado las cifras de afiliación a la Seguridad Social anteriores a la pandemia, con una población activa de 680.000, continúa habiendo 171.800 parados, lo que supone 32.000 más que antes de la irrupción de la crisis.

En lo que respecta a los colectivos más desfavorecidos, las mujeres siguen llevándose la palma, dado que en estos momentos suponen el 58% del total de parados, lo que significa que hay casi 30.000 más que hombres. También los jóvenes menores de 25 años siguen castigados, con una tasa de paro que se sitúa alrededor del 40%.

Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) aprobados por el Gobierno en el contexto del diálogo social con empresarios y sindicatos, han contribuido sin duda a amortiguar el impacto del paro. En el momento álgido de la pandemia llegaron a haber 133.000 trabajadores de la provincia afectados por ERTE, cifra que se ha rebajado hasta los 11.000 actuales. Falta por ver qué ocurre a partir del momento en que esta herramienta desaparezca, lo que se traducirá, según todos los expertos, en un incremento reseñable del número de parados.

 En materia de nichos de trabajo, hay que reseñar que mientras la afiliación en la hostelería y el comercio ha llegado a desplomarse durante la pandemia, el de las actividades sanitarias ha sido el único que ha crecido, sumando 6.768 nuevos afiliados a la Seguridad Social durante la pandemia, fruto de los refuerzos tanto en la sanidad pública como en la privada, principalmente, en este último caso, en residencias.

FUENTE:AQUÍ