Del paro a los parados

La publicación de los datos de la Encuesta de Población Activa ha generado una oleada de impostado optimismo por parte del gobierno.

La publicación de los datos de la Encuesta de Población Activa, correspondientes al segundo trimestre del año en curso, ha generado una oleada de impostado optimismo por parte del gobierno, la patronal y sus terminales mediáticas, dando por prácticamente superada la crisis y avaladas su estrategia económica y reforma laboral.

La realidad es, sin embargo, menos complaciente y sigue poniendo de manifiesto los límites y contradicciones de una recuperación tan lenta como desigual, tras casi diez años de una crisis de efectos devastadores sobre el mercado de trabajo, las relaciones laborales y la cohesión social.

La gestión conservadora de dicho proceso se ha basado en un ajuste duro en términos de empleo (precarización), salarios (congelación) y prestaciones (recortes), lo que ha provocado una transferencia creciente de rentas del trabajo a excedentes empresariales, con el resultado desigual de una recuperación del PIB a niveles anteriores a la crisis, con tasas actuales de crecimiento superiores al 3% mientras que los incrementos salariales no pasan del 1,2%,  la patronal se niega a su revisión conforme a la inflación acumulada y el empleo sigue muy lejos de recuperarse (la población ocupada actual sigue siendo inferior en 1,9 millones a la de 2007).

Empleo y paro: más allá de la estadística

De los más de 3,5 millones de empleos destruidos desde entonces  apenas se han recuperado la mitad siendo, además, mayoritariamente precarios (tasa de temporalidad del 26,8%), estacionales (el 46% de los nuevos trabajos registrados en el último trimestre corresponden a la hostelería) y con bajos salarios (9% de pérdida de poder adquisitivo), lo que lejos de corregir la dualidad del mercado de trabajo y sentar las bases de un cambio de modelo productivo (supuestos objetivos de la reforma laboral de 2012) estaría reproduciendo  fracturas y pautas anteriores.

Según la EPA, la tasa de paro en nuestro país se ha reducido en 7,3 puntos desde 2012 (del 24,5 al 17,2 por cien), pese a lo que sigue duplicando la media europea, alcanzando el 39,5% entre los menores de 25 años, habiéndose cronificado el de larga duración (el 54,6% de los 3,9 millones de parados lleva más de dos años buscando infructuosamente trabajo) y reducido los niveles de cobertura de las prestaciones por desempleo (del 82 % en 2010 al 57% actual), lo que supone que 650.000 hogares no perciben ningún ingreso ni ayuda social y representa la expresión más cruel de la creciente desigualdad.

Con todo, el paro estimado por la EPA, basado en criterios metodológicos muy restrictivos, no recoge la verdadera situación del mercado de trabajo, al excluir de la población activa de referencia a los desanimados (inmigrantes retornados, nacionales que emigran, parados que ya no buscan empleo…, hasta un total de 764.000 en los últimos cinco años, lo que explica un tercio de la reducción oficial del paro en dicho período) e incluir entre los ocupados a quienes en la semana anterior a la encuesta hayan trabajado al menos una hora (sic), así como a los sub-empleados (entre ellos el 58% de los 2.603.000 trabajadores a tiempo parcial que lo son de forma involuntaria), lo que distorsiona a la baja el volumen de paro realmente existente.

El mundo de los parados: una mirada sociológica

Así pues, pese a la reciente inversión de la tendencia, los datos oficiales siguen reflejando menos parados de los que hay, por lo que una redefinición del desempleo, sensible a algunos de los elementos que forman parte del concepto social de parado, permite afirmar que en nuestro país hay entre un 10 y un 15 por cien más parados de los que estima oficialmente la EPA.

Y es que el concepto de parado no remite sólo a una situación reconocida formalmente y cuantificada estadísticamente, sino también a una condición social definida a partir de la propia experiencia y de los sentimientos que se generan en torno a la persona en paro.

Tal es la perspectiva que asume el profesor Enric Sanchis en su libro Los parados, publicado por la Universidad de Valencia y derivado de una amplia investigación sociológica promovida por la Fundación 1º de Mayo, que constituye una excelente aproximación a la realidad social del paro y los parados, en línea con los estudios pioneros de Lazarsfeld en los años treinta y Jahoda en los ochenta.

En base al análisis cualitativo de 88 entrevistas en profundidad a personas en situación de desempleo con diferentes perfiles sociodemográficos, el autor construye un relato plural sobre las trayectorias laborales, vida cotidiana, miedos y esperanzas de unos parados en los que resuena el eco de todos los que en estos años han pasado, y siguen pasando, por dicha situación y sufrido sus consecuencias.

Ahora, cuando políticos conservadores y tertulianos superficiales coinciden en trivializar el drama colectivo e individual del paro y los parados, la lectura y reflexión en torno a este libro resultan especialmente aconsejables e, incluso, necesarias.