Baltasar Palicio y Daniel Garijo: «Todos los sindicatos no somos iguales».

Artículo publicado hoy

en la Crónica Virtual de Alicante. Uno de los días que asistí a la asamblea del 15-M en la plaza de la Muntanyeta de

Alicante, vi una pancarta con el lema «Sindicatos=Vendidos», que colgaba de una de las tiendas de la organización.

Ciertamente, los «indignados», como cualquier otro ciudadano, tienen derecho a mostrar su desacuerdo con la política de los

sindicatos.

Uno de los días que asistí a la asamblea del 15-M en la plaza de la

Muntanyeta de Alicante, vi una pancarta con el lema «Sindicatos=Vendidos», que colgaba de una de las tiendas de la

organización. Ciertamente, los «indignados», como cualquier otro ciudadano, tienen derecho a mostrar su desacuerdo con la

política de los sindicatos.

Razones no faltan, para rechazar los frutos del modelo sindical mayoritario que

estamos sufriendo todos desde hace décadas: la mayoría de los trabajadores estamos sometidos cada vez más a unas condiciones

de trabajo y de vida claramente denigrantes, con verdaderas dificultades económicas para llegar a fin de mes. Nada extraño,

si nos paramos a pensar que en los últimos tres años han sido destruidos 2,4 millones de empleos, que hay 1,4 millones de

hogares con todos sus miembros en paro y que el primer trimestre de 2011 ha arrojado otros 256.000 desempleados (más que en

2010). Y que en 2009 ha habido 300.000 procesos de embargo de viviendas, como consecuencia de despidos, cierres y ERE.

Hay sindicatos institucionales, como CCOO y UGT, que firman pactos y acuerdos en los que siempre ganan la patronal y

el Gobierno, como el «Acuerdo Social y Económico para el crecimiento, el empleo y la garantía de las pensiones» de 2011, que

comporta contratos temporales y precarios, salarios de miseria, anulación de prestaciones sociales, eliminación de la ayuda

de 426 euros, despidos baratos y libres, reducción de las pensiones públicas, centenares de miles de desahucios,

desregulación de las relaciones laborales, eliminación de los convenios colectivos, etcétera. Esos mismos sindicatos han

informado favorablemente 17.514 ERE, de un total de 19.400 ERE que han acabado con 589.000 empleos. Tampoco es extraño,

puesto que dependen para su funcionamiento de las subvenciones que les concede, entre otros, el Servicio Público de Empleo

Estatal (véase el BOE del 10 de diciembre de 2010).

Y eso por no hablar de las políticas antisociales que

desarrollan Gobierno, políticos, empresarios y los citados sindicatos, que han decidido (sin consultar a los trabajadores,

desde luego) que tenemos que trabajar más años, jubilarnos más tarde, alargar el período mínimo de cálculo de la pensión e

incrementar el número de años cotizados para tener derecho al 100% de la pensión.

Nos negamos a aceptar que

sindicalista sea sinónimo de vendido, porque todos los sindicatos no somos iguales, puesto que tenemos objetivos, métodos y

modelos sindicales distintos. La Confederación General del Trabajo (CGT), sólo defiende los derechos laborales y sociales de

los trabajadores, al tiempo que lucha por una nueva sociedad basada en la justicia social, la igualdad y la libertad.

Por eso nos negamos a firmar acuerdos en los que sólo ganen la patronal, los «mercados», las administraciones

públicas o los políticos de turno. Lo podemos hacer porque somos independientes de partidos, instituciones, grupos de

presión, cúpulas sindicales, ejecutivas o profesionales de los sindicatos. Y también del Estado. Justamente por eso, nos

negamos a recibir ayudas o subvenciones que puedan condicionar nuestro discurso y nuestra acción, autogestionando el

sindicato con el esfuerzo de la afiliación y los militantes.

Porque entendemos que el sindicato se debe a las

asambleas y a un modelo sindical participativo, de apoyo mutuo y acción directa, muy alejado del oficialista de los

sindicatos institucionales, amarillos o corporativos. Por eso nunca hemos claudicado ante las prebendas del Gobierno y la

patronal, porque siempre mantenemos la ética, la coherencia y la transparencia en nuestra actuación en los comités de empresa

y en los convenios colectivos que negociamos.

Nuestro compromiso con los trabajadores es el de no defraudar en

nuestra acción sindical, convocando asambleas periódicas, no adoptando acuerdos sin el consentimiento de los trabajadores ni

negociando a espaldas de los mismos, luchando para que no se rompan los convenios, negociando para conseguir mejoras y

desplegando nuestro trabajo como delegados sólo en beneficio de todos los trabajadores.

Nuestras propuestas son

razonables y perfectamente asumibles. Desde luego, continuaremos movilizando a los trabajadores hasta conseguir la derogación

de las medidas antisociales (recortes en jubilación y sueldos, reforma laboral, medidas de reducción del déficit, etcétera).

Y vamos a seguir exigiendo el reparto del trabajo y la riqueza, la jornada de trabajo semanal de 35 horas y la jubilación a

los 60 años, para permitir así la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo. También pretendemos la consolidación

del empleo temporal en fijo y la eliminación de las subcontratas.

Pero con eso no basta. Es necesario un reparto

de la riqueza más favorable a los trabajadores, de forma que dignifique el salario mínimo interprofesional, la prestación por

desempleo y las pensiones mínimas, aumente los salarios, establezca el salario social y la gratuidad de los servicios

públicos básicos, de forma que podamos disfrutar de unos derechos y servicios públicos de calidad para todos, en un modelo

productivo de sostenibilidad y respeto al medio ambiente.

No es verdad, pues, que todos los sindicatos sean unos

vendidos. CGT nunca se ha vendido ni se venderá, aunque ello comporte desventajas a la hora de disponer de locales, hacer

carrera profesional en la empresa, ser afectados por los ERE u organizar elecciones sindicales, por no hablar del boicot al

que nos someten la mayoría de los medios de comunicación. Nuestro sindicato está abierto a todos los trabajadores, nativos y

extranjeros, y seguirá luchando, mediante el apoyo muto y la acción directa, por conseguir una salida social a la crisis y un

mundo socialmente justo, igualitario y libre.

Baltasar Palicio y Daniel Garijo son afiliados del sindicato CGT

Alacant