A pesar de la evolución del paro y la ocupación, la reducción de los salarios reales y los problemas derivados de la especulación de la vivienda reflejan una situación de vulnerabilidad estructural

  • Las cifras de ocupación y desempleo mantienen la senda positiva de los últimos trimestres, pero en un contexto en el que los salarios reales han caído y la precariedad sigue siendo un grave problema.
  • El empleo a tiempo parcial aumenta su peso del 12,5% al 12,8%.
  • 3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza tienen trabajo.
  • Entre 2015-2023, alrededor de un 45% de la población que residía en viviendas de alquiler se encontraba en riesgo de pobreza o de exclusión social.

Evolución del empleo y la población más precaria

Los datos del tercer trimestre de 2024 de la EPA muestran que, respecto al mismo trimestre del año anterior, la ocupación ha aumentado en 376.600 personas (un 1,76%) y el paro ha descendido en 140.400 personas (un -4,85%). Actualmente, la tasa de paro se encuentra en el 11,21%, mientras que el desempleo de larga duración alcanza el 4,17% y el paro entre los jóvenes el 26,9% siendo, con los últimos datos, la segunda más elevada de toda la Unión Europea.

En los últimos 12 meses, en línea con lo reflejado en las anteriores actualizaciones de la EPA, el grueso del incremento del empleo se ha producido en el sector privado, que suma 351.900 empleos frente a los 24.600 que crece el sector público. En cuanto a la distribución del empleo por sectores, el sector que más crece en términos relativos es el de la construcción, que crece un 4,37%, mientras que la industria lo hace un 2,29%, los servicios un 1,46% y la agricultura un 1,33%. Dentro del sector servicios, que en términos absolutos concentra el grueso del incremento con 239.700 nuevos empleos, el mayor crecimiento lo ha experimentado el sector de la información y las comunicaciones (+85.200), la educación (+68.300) y la hostelería (+53.800), mientras que el comercio al por menor y al por mayor ha experimentado una caída de -54.300 puestos de trabajo a nivel interanual, y las actividades financieras y de seguros de -49.900.

En los últimos análisis de esta encuesta hemos destacado la preocupación sobre las nuevas categorías más precarizadas. Si bien la creación de empleo y la tasa de paro continúan en una senda de mejora, lo cierto es que la realidad actual nos obliga a profundizar en las nuevas formas y dinámicas laborales que, acompañadas de una caída de los salarios reales en este último periodo inflacionario, mantienen la inestabilidad y la inseguridad en el mercado de trabajo.

Una de las formas laborales en las que se materializa esa precariedad es el empleo a tiempo parcial, que en el último trimestre aumentó desde el 12,5% de 2023 al 12,8%. Este tipo de empleo, al que un 47% accede por no haber encontrado un empleo a jornada completa y un 13,8% por obligaciones de cuidados familiares, en muchas ocasiones no garantiza un salario suficiente para poder vivir dignamente. Además, es una fuente de segregación ocupacional entre hombres y mujeres, pues las trabajadoras constituyen el 73,7% del empleo parcial.

Por otro lado, el subempleo y el paro de larga duración -elemento estructural del mercado de trabajo-, coexisten con la realización de millones de horas extras y jornadas abusivas. Así, en el último trimestre se han realizado 4.057.300 horas extraordinarias pagadas (cifra máxima desde 2009), y 2.515.000 horas extras no pagadas a la semana, equivalentes a más de 60.000 puestos de trabajo a jornada completa. Además, la cifra de ocupados que trabajaron habitualmente más de 40 horas a la semana (contando segundos y terceros empleos) es del 11,75%, realizando una media de 52 horas semanales.

Por último, la contratación indefinida sigue ganando peso en el empleo, reduciendo la temporalidad al 16,4%. Esta evolución, sin embargo, no debe hacer perder de vista posibles líneas de fuga, como los trabajadores y trabajadoras fijas-discontinuas, que se mantienen estables a nivel interanual en el 3,6% de los las personas asalariadas, o la temporalidad en el sector público, que afecta al 28,6% de los trabajadores y trabajadoras públicas.

Empleo, pobreza laboral y crisis de la vivienda

Desde CGT queremos subrayar que tanto el desempleo y el subempleo como las jornadas laborales excesivas, las horas impagadas y el multiempleo son dos caras de una misma moneda: la de un mercado de trabajo precario, que directamente deja fuera del empleo a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, mientras que obliga a muchos otros a aceptar condiciones abusivas y jornadas interminables para no quedarse sin trabajo.

En este contexto, la reducción de la jornada laboral que está impulsando el Gobierno no puede calificarse más que de insuficiente. Por un lado, porque la reducción de jornada planteada no basta para generar un reparto más justo del trabajo socialmente necesario, ni supone una mejora sustancial en el tiempo libre de las personas trabajadoras a jornada completa. Por el otro, porque la clase trabajadora necesita, por supuesto, mayor tiempo libre (con la mejora relativa del salario que eso supone), pero también aumentar su salario en términos absolutos, pues muchas personas que trabajan viven en la pobreza o se ven asfixiadas por las dificultades para acceder a una vivienda.

El último informe de OXFAM vislumbra la realidad que desde CGT venimos denunciando desde hace ya tiempo, “el crecimiento económico y el aumento del empleo en España no han logrado reducir la pobreza laboral”. Esto confirma que la senda de crecimiento económico y laboral no se traducen en mejoras para la clase trabajadora. Lamentablemente la pobreza laboral ha venido para quedarse. Tal y como se refleja en este informe, 3 de cada 10 personas que están por debajo del umbral de la pobreza tienen un empleo tan precario que no garantiza vivir dignamente. En 2022 (último dato disponible), el promedio de la pobreza laboral se situó en 13,7%. Una tasa que se triplica para las personas nacidas fuera de la UE27, alcanzando el 29,5%. Asimismo, el sector y el tipo de contrato son determinantes en esta problemática. Es preocupante ver como en actividades como la agricultura o las trabajadoras del hogar un 31,4% y un 29,4% respectivamente viven en situación de pobreza, y en sectores donde la parcialidad y la discontinuidad está muy presente, como la hostelería, la construcción y actividades artísticas o servicios auxiliares, la pobreza laboral se sitúa entre el 15 y el 21%.

Y resulta necesario hablar de empleo y salarios, pero también de condiciones de vida: si bien la pobreza laboral evidencia que disponer de un empleo no garantiza unas condiciones de vida digna, esto se debe en buena medida al problema que supone la vivienda en el estado español.La radiografía que nos revelan los datos a cierre de 2023 revelan que casi un 25% de la población reside en una vivienda de alquiler, un porcentaje que asciende al 60% en la población joven (16-29 años). Dos de cada tres personas que viven de alquiler son trabajadores asalariados temporales o parados, lo que pone de manifiesto la precariedad, en este caso vital, que sufren cientos de miles de personas, especialmente jóvenes. Esto se traduce en que buena parte de la población trabajadora que vive en régimen de alquiler tenga que destinar una parte considerable de su renta al pago del alquiler. En particular, según datos de Eurostat en el estado español un 65% de la población inquilina dedica más de un 25% de su renta disponible a cubrir este gasto de alquiler. Un 31% dedica más del 40%. Este porcentaje se incrementa además en el centro de las áreas urbanas y en algunas Comunidades Autónomas; por ejemplo, en Andalucía, las Illes Balears, la Comunidad de Madrid, Catalunya o la Comunitat Valenciana.

A partir de los datos que proporciona el Banco de España, para el promedio del período 2015-2023, alrededor de un 45% de la población que residía en viviendas de alquiler se encontraba en riesgo de pobreza o de exclusión social, 13 puntos porcentuales más que la media de la Unión Europea. En ese mismo período, mientras que el salario medio en términos nominales de los jóvenes entre 16 y 24 años ha ascendido un 26%, y entre 25 y 34 años un 23%, el precio de la vivienda se habría incrementado en un 42%, lo que agudiza esta problemática. Con malos empleos, con bajos salarios, cada vez se hace más difícil poder vivir.

Las últimas manifestaciones y convocatorias que han abarrotado con miles de personas las calles de ciudades como Valencia, Barcelona o Illes Balears, y que en las próximas semanas lo harán en otras ciudades del Estado español, muestran la gravedad de la crisis derivada del rentismo y la especulación con la vivienda.

En definitiva, a pesar de la evolución del paro y la ocupación, no es momento de caer en el triunfalismo ni de adoptar una postura complaciente. La realidad para la clase trabajadora sigue marcada por la precariedad laboral y la pobreza, incluso para quienes mantienen un empleo. La reducción de los salarios reales y los problemas derivados de la especulación de la vivienda reflejan una situación de vulnerabilidad estructural que complejiza la imagen positiva de la evolución del empleo que presenta el Gobierno.

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