No hay día que no conozcamos la muerte de alguna persona mientras trabaja. Caídas, golpes, efectos del calor ahora en pleno verano, aplastamientos, infartos, accidentes durante el trayecto de casa al trabajo o viceversa, estrés, etc., es el día a día de miles de personas trabajadoras en el Estado español.
Según los datos provisionales que el gobierno facilita periódicamente, en el primer trimestre de 2025 (enero-marzo) murieron 131 personas en sus centros de trabajo y 31 “in itinere”. Hasta abril ya lo habían hecho 236, y al finalizar la primavera y comienzos del verano la cifra casi era de 300.
Los “accidentes” laborales se deben a muchos factores que confluyen produciendo un desenlace fatal para muchas personas que tienen que ganarse la vida cada día en unas condiciones cada vez más difíciles y en un mercado laboral con menos derechos sociales. En los últimos años hemos visto cómo se están dando las condiciones (políticas, económicas, sociales) para que derechos básicos, logrados con muchísimo esfuerzo por la clase trabajadora durante años, vayan perdiéndose o limitándose. CGT, que viene denunciando desde hace mucho tiempo la precariedad y la inestabilidad creciente de la clase trabajadora, comenzó una campaña concreta contra el terrorismo patronal hace un par de años. Con ella, nuestra organización anarcosindicalista exige un mayor control de las inspecciones de trabajo con el objetivo de que las empresas cumplan con las normativas sobre salud y seguridad, sanciones más contundentes, mayor control por parte de las personas trabajadoras a través de un sindicalismo activo, combativo, de clase y solidario, y mejoras de las normativas que ya existen para proteger a trabajadores y trabajadoras en sus centros.
En las últimas semanas estamos asistiendo a un aumento de los accidentes laborales, con resultado de muerte, en diferentes territorios del Estado español. Concretamente en Aragón los datos son contundentes y las cifras de estos muestran una gran preocupación. Hasta la fecha ya han sido 23 las personas trabajadoras que han perdido la vida en la comunidad aragonesa. El último ha ocurrido en una fábrica en El Burgo de Ebro, donde un hombre de 40 años sufría heridas que más tarde le provocaron la muerte. Los hechos ocurrieron tan rápido que los servicios de emergencias no pudieron hacer absolutamente nada por estabilizarle y mantenerle con vida. En el exterior de la fábrica el impacto emocional en sus compañeros también pesaba en quienes hasta momentos antes estaban trabajando con el fallecido.
Desde CGT también se recuerda las nefastas Reformas Laborales que se han ido imponiendo en el Estado español. Estas leyes, lejos de atajar el problema solo lo han mantenido e incluso en ocasiones han llegado a maquillar causas y consecuencias. Además, como se ha venido indicando desde hace años, quienes están más expuestas a padecer este tipo de accidentes son aquellas personas que tienen peores condiciones de trabajo. Son las más precarias, las que prestan servicio en subcontratas donde la normativa legal no se cumple nunca y que debido a su inestabilidad laboral nunca se quejan de sus propias condiciones, aunque sepan que pueden pasarle factura y en el peor de los casos, costarles la vida. Vidas que parecen no importar al empresariado, cada vez más blindado, con más capacidad para doblegar a las plantillas, con normativas que limitan los movimientos de los trabajadores y las trabajadoras. Vidas que tampoco son relevantes para la clase política, que se olvida de sus promesas cuando sus diferentes “representantes” obtienen alguna cuota de poder –por muy pequeña que esta sea-.
No somos números. No somos reemplazables. Somos clase trabajadora y nos negamos a continuar poniendo los muertos en esta sangría que solo sirve para sustentar este sistema injusto y desigual.