Ante las temperaturas extremas: !No te la juegues!

Cada verano lamentamos el fallecimiento de varias personas trabajadoras a causa de las altas temperaturas. Y decimos que no es “nada nuevo” porque desde hace décadas, desde CGT, advertimos a través de comunicados y campañas el peligro que tienen las temperaturas extremas para quienes se ganan la vida realizando actividades al aire libre o en entornos donde la climatización no es la adecuada.

Cada vez que un “accidente laboral” de estas características tiene lugar, desde CGT nos preguntamos ¿cuántas personas más tienen que enfermarse para que se entienda que las altas temperaturas, sobre todo en olas de calor, matan? Existen medidas que las administraciones públicas pueden aplicar durante la época estival para paliar los efectos de las elevadas temperaturas que se alcanzan en estos meses. Jornadas con horarios más reducidos, donde las actividades más duras se realicen en momentos del día donde las temperaturas no estén en sus máximos es solo un ejemplo.

Si el responsable de una empresa o servicio mantiene trabajando a una persona aun habiéndose avisado de su indisposición para hacerlo, es culpable del fatal desenlace por permitir que una trabajadora continúe con una labor estando enferma, a sabiendas de que no podrá negarse o protestar porque puede perjudicarla en su estabilidad laboral.

Detrás de las condiciones laborales de las empresas subcontratadas hay precariedad e inestabilidad. Es por eso, precisamente, que desde CGT llamamos a las cosas por su nombre y no hablamos de “accidente laboral”. Su muerte podría haberse evitado perfectamente.

Desde la CGT seguiremos denunciando cada muerte en el tajo, porque las personas trabajadoras que dejan su vida en él no son simples números o parte de estadísticas anuales. Son seres con sueños, inquietudes, familias, amigos y vida.

Es posible actuar sobre la siniestralidad laboral siempre que no se antepongan las ganancias empresariales a la vida de las personas. Porque detrás de la mayoría de los accidentes de trabajo está la precariedad, las largas jornadas, la inestabilidad, la temporalidad, las leyes y normativas con tantas facilidades para el empresariado, el miedo, la incertidumbre, etc.

La salud y la seguridad en los puestos de trabajo son imprescindibles, y no deberíamos aceptar ningún tipo de retroceso en cualquier avance o derecho que nos limite como trabajadores y trabajadoras.

Todas las vidas importan, y nadie debería morir mientras intenta sobrevivir.

Las olas de calor, cada vez más intensas, suponen un riesgo para la salud y seguridad de las personas trabajadoras

La intensificación de las olas de calor en España ha puesto en jaque la salud y la seguridad de millones de personas trabajadoras. Lo que hasta hace poco se consideraba un riesgo puntual durante el verano hoy forma parte de la rutina laboral en sectores como la agricultura, la construcción o la logística.

Impactos fisiológicos del calor extremo

La exposición prolongada a temperaturas extremas desencadena desde un estrés térmico leve hasta cuadros graves de golpe de calor. Cuando la temperatura corporal supera los 38 °C, aparecen síntomas de agotamiento, deshidratación y calambres musculares; si llega a 40 °C, el riesgo de fallo multiorgánico se dispara.

En España, los accidentes laborales aumentan un 17 % durante las olas de calor. Además, cada año mueren alrededor de 1.300 personas debido a patologías asociadas al calor (golpes de calor, insuficiencia renal o alteraciones cardiovasculares, entre otras).

A nivel mundial, más del 70 % de las personas trabajadoras está expuesta anualmente a condiciones de calor extremo, lo que provoca casi 19.000 muertes laborales al año y multiplica por 1,17 el riesgo de sufrir un siniestro durante estos episodios.

Impactos sociales del calor

El calor exacerba las desigualdades existentes. Los trabajadores temporales, migrantes o subcontratados carecen con frecuencia de espacios de descanso adecuados, acceso a agua potable y protocolos de prevención claros.

Por su parte, las mujeres, aunque menos numerosa en oficios de exterior, sufren mayores tasas de agotamiento por menor superficie corporal y ritmos circadianos distintos. Además, el aumento de la irritabilidad y la fatiga cognitiva traslada el riesgo a las relaciones interpersonales en el centro de trabajo, elevando la tensión entre compañeros y con la ciudadanía en servicios de atención.

Estos factores, junto al miedo a perder el empleo por ausentarse durante episodios extremos, contribuyen a la precarización y al silencio de quienes más sufren.

Impactos económicos de las olas de calor

Más allá del drama humano, las olas de calor golpean también la economía. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) prevé que, de aquí a 2060, Europa podría perder más del 1 % de su PIB anual a causa de la menor productividad ligada al calor extremo. Esto equivaldría a cientos de miles de millones de euros en todo el continente.

A medio plazo, el calentamiento global acelera el deterioro de infraestructuras y eleva la factura sanitaria pública: atención de urgencias, hospitalizaciones por golpes de calor y tratamientos de enfermedades laborales crónicas.

Normativa de aplicación

En cuanto a la regulación para el trabajo durante las olas de calor, disponemos de dos textos de referencia:

  • Real Decreto-Ley 4/2023, de 11 de mayo: prohíbe el trabajo al aire libre durante avisos naranja o rojo de la AEMET. Obliga a adaptar o interrumpir jornadas cuando las medidas preventivas no garanticen la seguridad.
  • Real Decreto 486/1997, de 14 de abril: fija las condiciones térmicas en interiores (17–27 °C en tareas sedentarias, 14–25 °C en no sedentarias) y la humedad relativa (30–70 %)
  • El Real Decreto-ley 8/2024 o permiso laboral por riesgo climático: permiso retribuido en casos de fenómenos meteorológicos adversos. Aunque pionero, su aplicación sigue siendo desigual y depende de la voluntad empresarial y de la presión sindical local.

Infracumplimiento normativo

La normativa es un punto de partida, no un fin. Su letra muerta, por falta de inspecciones y sanciones, alimenta la cultura de la improvisación: casetas sin sombra, agua caliente, pausa obligatoria de 5 minutos cada dos horas o la mera recomendación de “ir despacio”.

CGT exige un cambio de paradigma en la gestión del trabajo y la salud. Frente a la lógica de maximizar horas de producción, es el momento de priorizar la capacidad de las personas para vivir y crear. Solo así invertiremos el falso dilema entre empleo y salud, dotando a la acción colectiva de mecanismos reales de control y sanción.

El calor extremo no es un accidente, sino un síntoma del modelo productivo que sacrifica vidas en pos del beneficio inmediato. Urge reforzar la inspección, blindar derechos en convenios y empoderar a los colectivos más vulnerables.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.